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HISTORIA: Historia de Longares |
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1.-
TOPÓNIMOS DE LONGARES »
2.- LOS
ORIGENES »
3.- LOS
PLEITOS DE LINDES »
4.- LONGARES,
PROPIEDAD DE LOS GONZALVEZ »
5.- LONGARES,
LUGAR DEL PUENTE MAYOR DE ZARAGOZA »
6.- LONGARES,
ALDEA DE LA CIUDAD DE ZARAGOZA. La carta de población de 1305
»
7.- RELACIONES
CON ZARAGOZA »
8.- HÁBITAT
Y CONCEJO DE LONGARES »
9.- EL
ESCENARIO GEOGRÁFICO »
10.- LONGARES,
DEPENDENCIA DE ZARAGOZA »
11.- AUTORIDADES
LONGARINAS »
12.- EL
NOTARIADO »
13.- LOS
PRIVILEGIOS Y CARGAS FISCALES DE LONGARES »
14.- LA
IGLESIA DE LONGARES »
15.- ECOS
DE ZARAGOZA »
16.- LONGARES:
UN PUEBLO EN MARCHA »
17.- LOS
GOBERNANTES »
18.- LA
HACIENDA DE LONGARES »
19.- CONEXIONES
CON ZARAGOZA »
20.- LA
PARROQUIAL LONGARINA »
La villa de Longares puede contarse entre las privilegiadas de Aragón,
en orden a historiografía propia. Esta villa, poseedora de
un rico archivo, hoy conservado en la iglesia parroquial de Nuestra
Señora de la Asunción, tal vez por su proximidad a Zaragoza
y vinculación en tiempos con el Puente Mayor de esta ciudad,
ha merecido el interés de algunos eruditos, que han escrito
de su pasado. Un vicario de su parroquia llamado José de Moros
Garcés, que vivía por los años 1739-1766, ya
redactó unas notas historiográficas que
han llegado a nosotros en manuscrito inédito.
TOPÓNIMOS DE LONGARES
Angel Canellas López no duda que su nombre parece de clara
filiación romana. El topónimo Longares es exclusivo
de la provincia de Zaragoza en la que se halla un Longares de Bagüés,
otro en el partido de Sos del Rey Católico y el cercano a la
capital que ahora nos ocupa.
Hoy en día, nuestro Longares está adscrito al partido
judicial de Daroca. Su nombre parece compuesto de una raíz
latina, Long- emparentada con el griego logge lanza, aludiendo a
la condición de algo largo, prolongado, extenso y Ar un sufijo
tónico usado, en este caso, en la formación de un
nombre, afectando a una raíz para denotar relación
o pertenencia (lo relacionado o perteneciente a algo extenso), o
lugar en que abunda la idea de la raíz (lo abundante en extensión).
Todo lo cual cuadra perfectamente a la topografía en que
se asienta Longares.
Otra hipótesis posible sería considerar que, su nombre,
proviene del latín longa res, que, según algunos estudiosos,
sería la más lejana posesión
de los romanos pobladores de Cesaraugusta o imaginar relación
con alguna villa romana, de algún Longus.
LOS ORIGENES
Acerca de los orígenes prehistóricos de Longares las
noticias son vagas y existe un vacio que sólo las investigaciones
arqueológicas podrán llenar.
La historiografía del siglo XVI, menciona a Longares en algunos
autores, como Florián de Ocampo, Los cuatro libros primeros
de la crónica general de España, libro IV, cap. XVI,
como pueblo de los edetones antiguos; noticia que es reiterada poco
después por Andrés Poza, De la antigua lengua, poblaciones
y comarcas de las Españas, en que de paso se tocan algunas
cosas de la Cantabria, Bilbao, 1587.
Podemos citar al profesor de prehistoria F.Burillo: “que las
investigaciones que se han hecho en la comarca de Cariñena,
han descubierto bastantes yacimientos sobre todo de la época
ibérica (siglo V a.C.) en Muel, Alfamén, Longares, Tosos,
Paniza, Encinacorba,... y es seguro que una investigación intensa
aumentará el número de yacimientos y llenará
el hueco de noticias vagas.”
De la época romana queda la tradición, evidentemente
posterior, de que al ser trasladados a Valencia el obispo Valero de
Zaragoza y su arcediano Vicente, por orden de Daciano, pernoctaron
en Longares, en lugar donde hubo un hospicio, calle del Arbellón,
y que con tal motivo hubo devotos que propusieron erigir una ermita.
El obispo Valero recibió de manos de su diácono Vicente,
la carta que le informaba sobre su traslado a Valencia: “Vicente
ve preparando lo necesario. Mañana partiremos hacia Valencia
y haremos noche en la villa de Longares. Dios mediante”. Se
sabe también de la existencia de un poblado romano en la “Loma
Blanca”.
El Cronicón de Hauberto de Sevilla, anota que en el año
402 falleció un tal Pantardo, obispo de Longares; testimonio
que comentado por Argaiz, supone, sea Longares, la Longariae del cronista.
Hay una tradición local que habla del hallazgo de monedas de
la época de Wamba (rey visigodo desde el 672- 680) en un campo
de Juan de Aramburo, en la partida llamada del Quemado, en 1660; y
el mismo Hauberto citado supone incendiada y destruida Longares en
718.
Lo que haya de aceptable en todas estas alusiones a Longares quedaría
más clarificado con la prospección del término
y castro de Longares a cargo de arqueólogos, para con sus hallazgos,
intentar llenar, de manera objetiva, el silencio de fuentes escritas
sobre esta villa en etapas prerromana, romana, visigoda y musulmana.
Ya que hasta los primeros años del siglo XII y con ocasión
de la conquista del reino zaragozano por Alfonso I de Aragón,
no existen testimonios escritos fidedignos relacionados con Longares.
LA ALTA EDAD MEDIA El llamado, en las fuentes medievales, castro de
Longares, aludiendo, sin duda, a alguna defensa existente en el emplazamiento
actual de la iglesia de esta villa, debió de incorporarse de
inmediato a la ocupación de Zaragoza, a los dominios de Alfonso
I de Aragón, tras diciembre de 1118. Alfonso I fue rey de 1104
a 1134, duplicó el territorio del reino de Aragón, con
sus conquistas entre 1107 y 1122, ayudado por señores de la
península y del mediodía francés, por las Órdenes
Militares y por la Iglesia. Lo que era práctica habitual, así
como la retribución a los aliados en la guerra, con nuevas
tierras y señoríos.
Alfonso I entra en Zaragoza, dominada por los almorávides,
el 18 de diciembre de 1118. Tomaría Longares poco después,
ya que ocupa Cariñena y llega hasta el puerto de Paniza en
1119.
Algunos autores, como Mario de la Sala Valdés, hablan de que
conquistó Longares en 1127 y que Longares era un pueblo de
moros bien murado. Los moros seguirían en Longares, pues los
reyes suelen ordenar a los nuevos señores que respeten a los
labradores musulmanes para evitar la despoblación.
Pero la primera noticia concreta de Longares es posterior. En octubre
de 1127, Alfonso I, desde Castilnuevo de Molina daba al obispo de
Zaragoza, Pedro de Librana, oriundo del sur de Francia y obispo de
Zaragoza hasta 1128, y a sus canónigos para siempre el castillo
de Longares, sito entre Cariñena y Muel con sus términos
y pertenencias. Esta noticia aparece recogida en el Cartulario Pequeño
de La Seo. En estas fechas, concretamente de 1127 a 1154, se fabricó
la iglesia antigua en estilo románico.
Que hubo en Longares habitantes cristianos es evidente: al menos un
Gaiget de Longares era recompensado con tierras sitas en Juslibol,
el 2 de octubre de 1134, por sus servicios en las batallas con el
rey Ramiro II. Igualmente, recibieron recompensa los hermanos de Antón
(Atón) y Lope de Longares, por la ayuda prestada al monarca
en la batalla de Fraga del mismo año:
“Acepto las tierras en Juslibol y guardaré fidelidad
a nuestro rey Ramiro II”. “También han sido recompensados
tus paisanos de Longares, Antón y Lope, por su valentía
en la conquista de Fraga.”
También puede buscarse relación con Longares en la persona
de doña Oria Dat, poltrera del rey Alfonso I, quien le dio
en julio de 1134 el privilegio de ingenuidad y franqueza. De sus hijos
Antón (Atón) y Lope se cita ayuda importante prestada
al monarca en la batalla de Fraga de 1134.
En estos años, el reino zaragozano, experimentó una
grave despoblación, al paso de la misma para fomento del habitat
salió Ramón Berenguer IV. El príncipe de Aragón,
precisaba los límites del territorio por el sur hasta el puerto
de Cariñena, incluyendo por tanto el término de Longares.
La política pro repoblación, decretada en 1138, debe
tenerse por aplicable a Longares: por ella se concedía a aquellos
que poseyeran tierras, desde 10 años atrás, la propiedad
franca de las mismas, para ellos y sus descendientes, así como
el disfrute de la prescripción de año y día para
las compras y roturas que se realizasen.
Longares debía seguir afecto a la propiedad de San Salvador
de Zaragoza; pero la documentación eclesiástica conservada,
mantiene silencio absoluto sobre la villa.
En noviembre de 1142 se consolida la frontera sur del reino zaragozano,
con la concesión de fuero a la fortaleza y villa de Daroca:
Ramón Berenguer IV, príncipe de Aragón, (que
había recuperado ese año del Rey de Castilla la Comunidad
de Daroca), al otorgar fuero a Daroca y determinar su término,
cita entre sus lindes, entre otras poblaciones, a Longares, que al
parecer con sus términos, el rey cedía a Daroca. Longares,
al igual que otros lugares citados en tal fuero, figuran como sitos
en frontera de moros.
La comunidad de Daroca, comprende 110 pueblos, entre villas y aldeas.
A dicha comunidad, no pertenecen los pueblos de Aguarón, Encinacorba
y Longares, por ser posesiones. En el caso que nos ocupa, Longares
es comprado por Jaime II en 1292, para que proporcione rentas y caudales
para gastos de obra y mantenimiento del Puente Mayor de Zaragoza.
Cuando el 16 de Julio de 1147, el pontífice Eugenio III, confirmaba
al obispo zaragozano Bernardo, las iglesias y límites del obispado,
al citar su extremo sur, alude a Daroca y sus castros y villas. No
menciona, para nada, localidad alguna del valle de la Huerva, pero
confirma en expresión global los límites por la parte
de los moros, que desde antiguo se conocían como legítimos,
zona en la que, sin duda, se comprende Longares. Fue este pontífice
quien, por bula de 1147, incorporó la villa de Longares a la
mitra de Zaragoza.
Estaba la villa pues, todavía en dominio temporal del obispo.
Unas citas documentales fidedignas (Cartulario Grande de La Seo),
mencionan alguna gente de Longares: un tal Bernardo de Longares figura
como testigo en unas ventas realizadas en Zaragoza, el 11 de febrero
de 1148 y el 19 de diciembre de 1148, y el 2 de marzo de 1150. Y sobre
todo Ramón de Longares, prior de San Salvador de Zaragoza,
el 20 de agosto de 1150.
Pero no debía ser muy boyante la situación de Longares,
ello lo prueba un documento del 9 de marzo de 1154, en el que el
obispo de Zaragoza Pedro Tarroja (obispo de Zaragoza de 1152 a 1184),
cede a feudo el lugar e iglesia de Longares a Sancho, pabostre de
San Salvador, a condición de que repueble Longares, bajo
ciertos pactos y condiciones, reteniéndose el prelado el
dominio directo y otros derechos. El texto documental de referencia
dice:
“Se cede el castillo de Longares, con todos sus términos,
que se sabe tenía en tiempo de moros, retiene el obispo el
dominio y en la iglesia los derechos eclesiástico y cuarta
de las calonias que se perciban de los moros que allí pueblen;
el pabostre Sancho poblará Longares, mantendrá el castillo
en nombre del obispo y recebirá para él y sucesores
las heredades pertenecientes al castillo, excepto cuatro yugadas que
se reserva el obispo para sí y sus sucesores”. La cesión
de Longares al pabostre continuaba en el año 1170, en que Pedro
Tarroja le confiaba atender a la mesada del mes de septiembre, en
el reparto de las cargas de la mensa canonical de San Salvador.
LOS PLEITOS DE LINDES
La documentación sobre Longares, nos habla de los pleitos para
delimitar sus términos.
El 2 de abril de 1263, estando en Zaragoza, Jaime I comisionaba
a Bartolomé Tarín, ciudadano de Zaragoza, para que
dirimiera diferencias existentes entre Longares y Alfamén.
Se mencionan los hombres y concejo de Longares; se indica que se
consulte información a los de Cariñena, Almonacid
de la Sierra y Lagunas, que declararán bajo juramento.
Conforme a este encargo, el 6 de abril, Tarín, se dispone a
cumplir la orden real, y el sábado siguiente se personó
en Alfamén y Longares y los cita para el domingo en el lugar
donde se suscitaba el litigio de términos; y ante el notario
zaragozano, Domingo de Estada, y tras interrogar a personas de otros
lugares comarcanos, algunos de ellos atestiguando de lo que sabían
desde hacía sesenta años, dispuso que los mojones entre
ambos pueblos se colocasen en el cerro que divide aguas entre Longares
y el campo de Sebastián, en la Penilla, al pie de dicho cerro,
en el Villarejo y en la Cañada de Abincea.
Por documentación, del 14 de febrero de 1291, parece que habían
comparecido, a esta amojonación, una veintena de moros de Alfamén
y unos doce vecinos de Longares: pero estos, por ser pocos, no explotaron
la tierra lindante que les correspondió, salvo Pedro Cabrero,
por lo que los de Alfamén continuaron labrando indebidamente
las tierras.
Sigue el pleito de lindes y, el 30 de diciembre de 1264, Jaime I,
comisionaba a Blasco Pérez, sobrejuntero del Río de
Aranda, que se personasen en Alfamén, Longares y Muel a reconocer
los mojones antiguos, colocados entre tales lugares, y de acuerdo
con los mismos, se proceda a partir términos en nombre del
rey. El comisionado, de acuerdo con lo que lograba averiguar, delimitó
tierras en Alfamén y en Longares, comunicando el cumplimiento
de su misión a Jaime I.
LONGARES, PROPIEDAD DE LOS GONZALVEZ
La documentación conservada, sobre Longares, nos habla de
algunos señores temporales que detentan la villa. Y es que
parece ser, según Mario de la Sala Valdés, que Longares
salió de la mitra y del cabildo, ya que en 1260 aparece como
señor de la villa don García, y lo fueron después
sucesivamente doña Elvira Gonzálvez, don Sancho de
Escorón y don Sancho López de Bailo.
En 1279 aparece Longares en poder de una familia, los Gonzálvez,
sin que se conozcan antecedentes de cómo y cuando pasó
la villa de la jurisdicción de San Salvador a la de esta familia.
En enero de 1279, la señora de Longares, Elvira Gonzálvez,
junto con su nieto Rodrigo Gonzálvez (hijo de García
Frontín), acompañado de sus vasallos de Longares, se
reuniría con los representantes de Cariñena, a fin de
delimitar el término común, cumpliendo órdenes
de Lope Ximénez de Heredia, justicia de Daroca y de su asesor
Portolés de Calatayud. Pusieron mojones, delimitando los términos
por la línea de Poyo de García Paño, cabezo sobre
el camino de Aylés, camino Pinilla, camino de Cariñena,
camino de Zaragoza, peña de Pedro Roma y sendero de Aguarón
a Zaragoza. Asistieron al acuerdo entre otros y por parte de Longares
Juan rector de su iglesia, Juan de Loarre de Zaragoza, Juan Aguilón,
García Mozota, Jimeno Pérez y Domingo Gil de la Serrana.
Por otros testimonios conservados, parece que Rodrigo Gonzálvez,
nieto de Elvira González, fue señor de Longares y casó
con Urraca Mur de Escorón, de cuyo matrimonio nació
Gil García de Deza, caballero aragonés que figura en
la expedición de 1322 a la isla de Cerdeña. Urraca,
viuda, junto con su hermana, Sancha Mur de Escorón y el marido
de ésta, Miguel Garcés, afincados en Sabiñán,
debieron desentenderse de Longares.
Aunque, Miguel Garcés, aun figurará en un nuevo litigio
de lindes entre Longares y pueblos comarcanos. En 1291, Longares tenía
litigio con los lugares de Alfamén, La Torrubia y otros sobre
ciertos caminos y montes que le usurpaban los moros. El documento
alude a que Longares, por entonces, carecía de señor
que saliese a su defensa. Respecto a Alfamén, parece que salvo
ciertos campos cultivados por un tal Pedro Cabrero, y la presencia
de algún ganado de Longares, eran los moros de Alfamén
los que cultivaban aquella tierra. Entonces, por orden de los señores
de Longares, se cortaron las mieses a los de Alfamén, lo que
efectuó Miguel Garcés, con castigo para Longares, que
hubo de abonar en pecha (multa) tres cahices de trigo.
El 13 de febrero de 1291, ante el notario de Longares Pedro Pérez,
se lleva a cabo nuevo amojonamiento entre Longares y Alfamén.
Lo lleva a cabo Bartolomé Tarín, el mayor. Tenía
entonces Longares unos cuarenta vecinos, entre ellos Domingo López,
Juan Maynar, Pedro Pérez, Pedro Cabrero y Martín Dezmon.
LONGARES, LUGAR DEL PUENTE MAYOR DE ZARAGOZA
Hubo sobre el río una alcántara, que con frecuencia
arrastraba las avenidas del agua. Su fábrica, de origen romano,
se empezó a convertir en un proyecto ciudadano a principios
del siglo XII, coincidiendo con la constitución formal de
un elemento autónomo de gobierno local: “el concejo”,
con sus prohombres y jurados a la cabeza; e integrado por los miembros
de las clases dirigentes de la ciudad. Hay que tener en cuenta la
estrecha ligazón establecida entre el concejo y la obra del
puente, así como la configuración de un señorío
jurisdiccional, integrado por varias localidades zaragozanas (entre
ellas Longares), cuyas rentas fueron adscritas al puente.
La conservación de la fábrica del puente, fue siempre
objeto de medidas y privilegios especiales, destinándose, incluso,
las rentas y utilidades, a poblaciones enteras, para ayuda de su sostenimiento;
ya que las concesiones de pontazgos, portazgos y barcajes, no producían
las sumas suficientes en relación a las obras que era preciso
llevar a cabo.
Este puente ya tenía bienes propios para su conservación
en época musulmana, ya que contaba con una administración
especial. Pocos años después de la reconquista de la
ciudad, aparece como propietario de los bienes de la alcántara
un maestro franco, procedente del entorno político más
directo del rey Alfonso I. Alfonso II de Aragón, en noviembre
de 1188, cede la alcántara a la iglesia de San Salvador, para
que en el plazo de 20 años se construyese un puente de piedra.
El rey, con la aprobación y concesión del concejo zaragozano,
entregaba la alcántara de madera en poder de Sancho, pabostre
mayor de cabildo en aquel momento, con beneficios fiscales importantes
para fomento de la obra que se pretendía realizar. De la época
del pabostre Sancho data la relación entre Longares y el futuro
puente de piedra de Zaragoza.
Pero el cabildo de La Seo, se reveló incapaz de cumplir las
condiciones impuestas por Alfonso II, en su donación, y acabó
por desaparecer del entorno de la obra en los primeros años
del siglo XIII. En la primavera de 1210, los prohombres del concejo
(que hasta entonces habían estado presentes en todos los actos
jurídicos que afectaban al puente) se alzaron con el control
exclusivo sobre su patrimonio. El rey Pedro II, confirmó los
acuerdos adoptados y ordenó a los arrendatarios de bienes del
puente, que pusieran todas las propiedades de éste en manos
del concejo, sacándolas del dominio de la catedral.
En estos años, Longares seguía en poder de la iglesia,
y como tal aparece documentado el 7 de julio de 1260, cuando Alejandro
IV, desde Anagni, confirmaba a Arnaldo de Peralta obispo de Zaragoza
los privilegios de su iglesia, sus posesiones y las de las existentes
en su diócesis, citando entre ellas la de Longares, con los
cementerios y beneficios eclesiásticos. Pero parece que salió
de la mitra y del cabildo, ya que en 1260 consta como señor
de la villa, don García Frontín.
El puente disponía de derechos señoriales en varios
pueblos de la ribera del Ebro: en Cinco Olivas, desde 1199; en Cólera
y en Alforque, a partir de 1210; y en Pina, desde 1256.
El concejo de Zaragoza, además de acrecentar los bienes del
puente allí donde ya disponían de recursos, compró
dos localidades próximas a la ciudad y las convirtió
en lugares adscritos al mismo, es decir, señoríos
de la obra. La Puebla de Alfindén, fue comprada en 1315,
a su señor por 13.000 sueldos jaqueses e incorporada directamente
al dominio del puente. En una fecha imprecisa la villa de Longares
se hallaba en idéntica situación; parece ser que esa
fecha fue en 1292, en que la villa de Longares es comprada por Jaime
II para que proporcione rentas y caudales para gastos de obra y
mantenimiento del puente mayor de Zaragoza. Desde aquella fecha
hasta la extinción de los señoríos, puso la
ciudad justicias civiles y criminales en Longares, y dio a la villa
sus armas del león heráldico.
En 1294, según Mario de la Sala Valdés, comenzó
la ciudad de Zaragoza a comprar casas y tierras en Longares, para
renta del Puente de Piedra. Por eso, Longares, al estar vinculada
con Zaragoza, comparte con ella un blasón casi idéntico.
Así, Longares usa como armas un escudo de gules con un león
coronado de oro y una bordura de plata, donde se lee la leyenda en
sable: “Fiel villa de Longares”.
El 19 de septiembre de 1305, Pascual López Gordo, su mujer
María Beltrán, y su hijo Sancho López, parroquianos
de San Andrés de Zaragoza, donan para la obra del puente unas
propiedades situadas en Longares. (Archivo Municipal de Zaragoza.
Pergamino P-52).
A la propiedad sobre estos dos lugares se añadieron los demás
derechos feudales inherentes, como los monopolios señoriales:
“hornos, molinos, palomar (en Longares), la percepción
de los servicios de hueste y cabalgada, el monedaje, y los impuestos
como multas y calonias”, derivados de la administración
de justicia civil y penal, que se ejercía en ellos. Esta
estrategia era habitual en las grandes ciudades bajomedievales,
que se hacían de esta forma con un interesante recurso económico,
al ejercer el dominio feudal sobre pequeñas poblaciones rurales
de su entorno.
Más tarde, en 1374, cada una de estas localidades generaba
rentas por valor de 1500 sueldos jaqueses. A finales de la centuria,
el concejo determinó arrendar los derechos señoriales
citados a los propios habitantes de La Puebla y de Longares, por una
cantidad anual, que alcanzó los 3.000 sueldos en el caso de
esta última. A cambio de estas rentas los vecinos de estas
localidades disfrutaron ciertos privilegios, como la exención
de pechas sobre el ganado.
SIGLO XIV
LONGARES, ALDEA DE LA CIUDAD DE ZARAGOZA. La carta de
población de 1305
El 1 de noviembre de 1305, Longares, va a recibir una carta de poblamiento,
como aldea de la capital del Reino de Aragón, a favor de los
que venían ocupando sus viejas demarcaciones. Hacia esa fecha,
la villa era propiedad del Puente Mayor de Zaragoza, que, decide concertar
con los residentes en Longares un pacto, reflejado en el privilegio
otorgado por el concejo de Zaragoza, propietario de aquel Puente.
Es el documento original más antiguo conservado en el archivo
parroquial (algo estropeado, aunque restaurado en tiempos contemporáneos,
le falta el sello mayor de la ciudad de Zaragoza, pendiente, que cerraba
el privilegio).
La pieza es importante, por ser la carta fundacional de un nuevo
Longares, que va a llegar hasta nuestros días y porque da
testimonio de las familias, que en 1305, estaban afincadas en sus
tierras; sin duda antiguos súbditos de los anteriores señores
de la villa. Además, queda especificado el pacto financiero,
que une de ahora en adelante al concejo longarino con el Puente
Mayor de Zaragoza, que en sucesivas ocasiones se recordará
y que explica la razón de ser de numerosos documentos conservados,
en que se aplican las obligaciones fiscales.
Declarado que el lugar de Longares pertenece al Puente Mayor de la
ciudad de Zaragoza, el concejo zaragozano concede a una cincuentena
de longarinos, que se enumeran, entre ellos apellidos que seguirán
por siglos en la localidad, una tarifa de lo que deben pagar al Puente
mayor cada año: “por yugada de veinte cahizadas, un cahiz
de candial (especie de trigo), y otro de ordio, limpio, puesto cada
septiembre en Zaragoza; y por sus bienes muebles, por cada cien sueldos,
diez y ocho dineros”. No sé evalua para el capital mueble,
el par de bestias para labrar habitualmente, el ajuar de la casa,
la cosecha cereal del año.
El privilegio, declara que el Puente de Zaragoza, tiene el señorío
del lugar, el horno, unas casas con palomar, una yugada de tierra,
una cahizada de viña y los derechos de hueste (ejército
en campaña), cabalgada, monedaje, justicia civil y criminal
y calonias previstas por el fuero, pues son pertenencias del señorío.
Se establecen sanciones a los contraventores, pérdida de la
tierra y sus mejoras y de sus bienes muebles; los insolventes, cien
días de cárcel. Se pierden las tierras al año
de no residir en ellas y se puede traspasarlas a otro. Se les concede
uso de pastos, aguas, basas, leñas y montes, en todo el término
de Longares, aunque pagando, como ya era costumbre, ayuda para escombrar
las balsas (balsa o hueco del terreno).
A favor de los que ya estaban heredados en aquel término, aunque
no estén avecindados, conserven su tierra, pagando los impuestos
declarados antes.
Una reclamación formulada, el 26 de febrero de 1310, por los
de Longares, ante el concejo de Zaragoza, afirma la existencia del
treudo fijado en el documento o fuero de 1305, y piden no se les carguen
128 cahices de ordio, que les pretenden cobrar en reparto de ayuda
al rey de Aragón, Jaime II, para su empresa de la campaña
contra Almería. Zaragoza, había vendido las rentas a
cobrar, de Longares, a dos personas, y éstas, tras alegar que
en principio tendrían derecho a esta exacción extraordinaria
para la empresa de Almería, el concejo zaragozano declaró
que según fuero, Longares no tenía por qué pagar
aquella derrama (contribución temporal o extraordinaria) y
no debían percibirla los compradores de las rentas longarinas.
Este pacto o privilegio de Longares, se recuerda, el 10 de abril de
1354, cuando Zaragoza pretendió cargarle dos mil sueldos jaqueses
para contribuir a una ayuda, que liberalmente, había prometido
Zaragoza a Pedro IV, para su expedición contra los subditos
rebeldes de Cerdeña. En el preámbulo del documento se
recuerda el apoyo de Longares; la sentencia anterior de exención
ante otro reparto para la expedición a Almería. Se reconocen
los longarinos vasallos y súbditos del concejo zaragozano,
recuerdan la carta de población de 1305 y las condiciones fiscales
en ella pactadas; y manifiestan tener entreudadas las rentas del lugar
salvo los ingresos por hueste, cabalgada, jurisdicción, homicidio
y visitación.
Logrará Longares, como lugar perteneciente al Puente de Zaragoza,
la confirmación de todas las exacciones fiscales de que goza
Zaragoza por sus privilegios, y de los beneficios para sus ganados;
confirmación decretada por Pedro IV, el 5 de marzo de 1357.
La exención, se lucra en cualquier parte de los dominios del
rey de Aragón, y se concreta en no abono de peso, peaje, lezda
(tributo que se pagaba por las mercancias), portazgo (derecho que
se cobra por pasar por un sitio determinado de un camino) y corvellas;
el beneficio para sus ganados se extiende al pasto, abrevadero, leñear
y acabañar en cuantas partes pueden hacerlo, libremente, los
habitantes de Zaragoza.
RELACIONES CON ZARAGOZA
Durante el siglo XIV, la villa de Longares, seguirá manteniendo
su estrecha vinculación con el Puente mayor de Zaragoza.
Una prueba de ello es la declaración hecha por Antón
Gonzalvo, raíz de Zaragoza, que tenía arrendado el
Puente Mayor de fusta, de haber recibido de Longares los 3000 sueldos
que este lugar abonaba a la ciudad de Zaragoza cada año como
importe del arriendo de sus rentas.
Longares está sujeto al pago de cierto tributo o arriendo de
sus tierras a la ciudad de Zaragoza, que monta a 3000 sueldos al año,
que se pagan a tercias partes: San Miguel, enero y San Juan Bautista.
Las rentas que por fuero abona Longares, suelen arrendarse: hay algún
dato de la crida de arrendamiento y oscilan alrededor de los 900 sueldos
al año.
Tiene, también, Longares deudas contraídas por préstamos,
treudos, etc. en ocasiones en que necesita dinero. El precio de algunos
de estos préstamos es fuerte (600 sueldos de interés
en un préstamo de 6000, facilitado por el judío Jucef
Abenafia, alias Aben Cabra).
Longares, abona a los concejales de Zaragoza, derechos con ocasión
de visitas al pueblo; generalmente montan cien sueldos; coopera
en la medida de sus fogajes (tributo o contribución que pagaban
los habitantes de las casas), a los repartos de peticiones dinerarias
del monarca de Aragón. Gracias a estos datos podemos saber,
aproximadamente, la población longarina, en relación
a la cantidad que debe repartir Zaragoza y sus aldeas entre todo
el vecindario.
Esta conexión de Longares con Zaragoza, se refleja en apariciones
esporádicas de zaragozanos en los documentos de este tiempo;
en 1382 Ribaut de Boll, escudero, cambrero del arzobispo de Zaragoza,
Lope Fernández de Luna; es estudiante zaragozano Rodrigo Díaz,
de 1380,...
HÁBITAT Y CONCEJO DE LONGARES
Del hábitat de Longares da cuenta un reparto de 1391, que
evalúa su población en 55 fuegos. En 1396 se habla
de la desertización de la localidad a causa de la guerra
contra Castilla.
Aparecen nombres de vecinos de Longares, en parte, relacionados con
los repobladores de 1305. Se cita a Pedro Sánchez Roldán,
Martín Cortés, Pedro Cortés,... En unos documentos
de 1394 hay una relación cumplida de vecinos, con indicación
del justicia del lugar y jurados, con otra también extensa
de 1398.
Longares tiene concejo propio, encabezado por dos jurados y normalmente
con 16 vecinos, al parecer consejeros en nombre de los demás.
Sabemos de la nómina de los jurados y hombres buenos de algún
año, por ejemplo del año 1398, en que es justicia García
Comuel, hay dos jurados: Pedro Meder y Domingo Roldán.
Por pleito, suscitado en 1392, sabemos de la existencia de un alcaide
con funciones judiciales, que designa Zaragoza anualmente para atender
a sus aldeas, entre ellas a Longares. En este año lo era un
tal Sancho Martínez Luengo, quien reclamaba a Longares, por
pensión, la cantidad de 500 sueldos, a cuya cantidad había
de añadirse el producto de las calonias que impusiera en su
administración de justicia. Tras el pleito, los jurados zaragozanos
deciden: “que Longares pague solamente 200 sueldos de pensión
al alcaide; que este no pueda demandar calonias sino a instancia de
parte, y que se respeten las normas del contrato vigente de arrendamiento
de la alcaidia, con alguna novedad”.
La efectividad de la pensión anual de 200 sueldos se comprueba,
al menos en el año 1395, del que queda el abono de tal cantidad
al citado Sancho Martínez Luengo. En el año 1399 se
cita como alcaide a Domingo Fernández Del Rey.
Unas notas fragmentarias con contratos entre vecinos de Longares,
del año 1397, nos dan a conocer que Francisco de Aguilón
era rector de Santa María de Longares, de la familia Mozota,
de precios de algunas casas, de la costumbre de pactar entre los esposos,
de las relaciones económicas con Aguarón, de la práctica
de las comandas, de datos sobre testamentos con alusiones a sepulturas,
sufragios, existencia de un hospital en la localidad, de topónimos
del pueblo y aledaños.
LONGARES EN EL SIGLO XV
En el archivo parroquial de Longares, se conserva una documentación
suelta, correspondiente al siglo XV. Para estos años existen
noticias interesantes, que a continuación reproducimos agrupadas
por temas.
EL ESCENARIO GEOGRÁFICO
En 1457, se planteó litigio sobre el cerramiento del caserío
por la parte del camino que va a Zaragoza y se derribaron los muros
que había hasta la Puerta Baja. Se amuró la parte
del camino que se dirige a Cariñena. Aquel mismo año
se acordaba abrir ciertas eras para los ganados de la ciudad de
Zaragoza, que se habían cercado, aunque los vecinos colindantes
con tales eras podrían aprovecharlas pagando la oportuna
sesma.
En noviembre de 1458, Juan de Sabiñán, jurado de Zaragoza,
se personaría en Longares y, en nombre de la ciudad, dispondría
varias medidas concernientes, entre otros asuntos, al pago de la obra
pública hecha en el camino real y puerta del lugar, que por
beneficiar especialmente a los hosteleros, parecía razonable
que contribuyesen a los gastos de modo especial. Se estudió
las dimensiones en anchura del camino real de Zaragoza que era el
acceso antiguo al pueblo, reduciéndolo al paso cómodo
de una persona al ir y venir, y que con el tiempo se proceda a cerrarlo
y el tráfico vaya por el camino nuevo. Se acordó, también,
ampliar la plaza principal del pueblo, estudiando que casas y corrales
debían derruirse y las compensaciones a los perdidos.
En cuanto al término jurisdiccional de Longares, sabemos, que
la villa, pacta con la vecina Cariñena, en 1402, una normativa
para evitar roces entre sus gentes.
En los documentos del siglo XV desfilan alusiones a las vías
que acceden a Longares, desde Aylés, Cariñena, Tosos,
Villanueva y Zaragoza. Salen, a veces, alusiones a los portones de
la muralla, como las puertas Jusana, Somera y Vella. Raras son las
nomenclaturas de viales del interior del caserío, que, normalmente,
se citan por referencia al propietario de alguna casa elevada del
vial de turno. Esto induce a suponer cambios frecuentes de nombre,
a medida que se suceden en cada generación nuevos propietario
de los inmuebles. Rara vez hay viales asociados a lugares de permanencia,
como la Fragua o semejante. La mayor riqueza de topónimos,
se refieren al agro circundante: “basa de Abades, Acerollero,
Aliacira, Atalayas, ...”.
LONGARES, DEPENDENCIA DE ZARAGOZA
Se inaugura, el siglo XV, con una confirmación de las condiciones
en que Zaragoza había poblado y repartido las tierras de
Longares en 1305. Con ocasión de disputas entre Zaragoza
y Longares, se procede a estudiar los antecedentes, que obraban
en poder del concejo de Zaragoza y el resultado es conocer que en
1.401, las tierras de Longares, estaban repartidas por Zaragoza
en varios quiñones entre los longarinos, que debían
pagar cada año en Septiembre.
Según la vieja concordia de población de Longares, Zaragoza,
se había reservado en esta localidad, el horno, unas casas,
el palomar, la hueste, cabalgada, monedajes, justicias civil y militar
y demás calonias, que pertenecen a Zaragoza por fuero y razón
de su señorío sobre Longares.
De acuerdo a un documento de 1.417, con motivo de las reclamaciones
de Zaragoza a Longares y pretensión de que los abonos que se
le han de hacer pueden convertirse en rentas de la Ciudad, se procede
a determinar por una comisión de juristas, a determinar, que
Longares no ha de pagar salario al alcaide o justicia que le nombra
Zaragoza, entre los candidatos propuestos y que los pagos de visitación
sólo son debidos si tales visitas se realizan. Sólo
está, pues, obligada Longares a pagar a Zaragoza la renta especificada
en la carta primitiva de población.
Muy clara aparece la vinculación de Longares con el Puente
de Zaragoza, cuando en julio de 1.408, el concejo de Zaragoza, confirma
la venta realizada por el de Longares de un censo anual de 500 sueldos
por precio de 9.000; cantidad que iba destinada a los gastos de la
obra del Puente de Piedra.
De acuerdo a esta dependencia, Longares, participa en todos los privilegios
de la Ciudad de Zaragoza, y goza de diferentes exenciones; tanto de
peaje, pesos, mesura, portazgo, cozuelo, lezda, pontazgo, usos y costumbre
nuevas y antiguas, como de prohibición de prendar a los vecinos
concedidas por los reyes de Aragón y confirmada por Martín
I. Motivo por el cual, cuando en 1.420, se aprenden a dos vecinos
y sus bienes de Longares, se le recuerda al señor de Jaulín
que los de Zaragoza y sus aldeas, entre ellas Longares, deben ser
tenidos por infanzones.
Añadamos que en 1.417, el rey, Fernando I, dispone que Longares
pueda elegir, y nombra concejo propio, y este designe las personas
que han de desempeñar los oficios, empezando por el de justicia,
que son necesarios para el gobierno de la villa.
AUTORIDADES LONGARINAS
El principal, es el justicia; para su designación, la villa
nombraba tres vecinos, entre cuya terna elegía al justicia
anual el concejo de Zaragoza y se iniciaba el mandati, el día
de Santa María de Agosto. Llegado el nombramiento, el concejo
de la villa lo entregaba al designado, quien ante notario, lo eleva
sobre su propia cabeza y promete cumplir bien su oficio; de inmediato,
procede a nombrar personalmente un lugarteniente. Ambos juran sus
oficios sobre la cruz y los Evangelios. Los magistrados principales
del concejo son los jurados, que suelen ser dos y cambian cada año.
En la nómina de justicias de Longares del s.XV cabe mencionar,
entre otros, y por orden cronologico, a los siguientes: Antón
Escolano, Pedro Cortés, Domingo Beltrán,.... Como dice
algún documento, el concejo se reúne a son de campana
en la casa de la cofradía o en el Hospital de Santa María;
otras veces a son de címbalo. En cuanto a los integrantes del
concejo, suelen ser una veintena de vecinos, y como representante
de la ciudad de Zaragoza, un alcaide, designado entre personas de
la parroquia de Zaragoza por sorteo, ejerciendo el cargo por término
de un año, pero no desempeña personalmente su cargo
sino que nombra un lugarteniente suyo en persona del pueblo, una vez
que ha comparecido en Longares.
EL NOTARIADO
Esta magistratura de jurisdicción voluntaria está muy
representada en los documentos de Longares y se sabe de los de varias
localidades próximas( como La Almunia, Cariñena, Calatayud...)
y los intervinientes habituales, que pertenecen a Zaragoza o son generales
del reino y en algún caso peculiares de Longares como, por
ejemplo, Domingo Escolano.
LOS PRIVILEGIOS Y CARGAS FISCALES DE LONGARES
En pleno S.XV, se sigue aplicando el privilegio concedido en 1.095,
en beneficio de localidades recuperadas de infieles y que quedan
exentas del abono de diezmos, primicias y frutos que debían
destinarse por los concejos a reparar iglesias y objeto de culto.
Frente a estos privilegios, Longares está sujeta a imposiciones
generales, a favor de la corona (coronaciones, recepciones reales,,),
de la ciudad de Zaragoza (arriendo de tierras..), así como,
a contribuciones especiales para obras, como las del Puente de Piedra.
Así mismo, estaba obligada al abono anual de alcaidía,
a los pagos por visita o cena a los jurados de Zaragoza, o al pago
del morabetí, hechos que suponían una gran carga anual
en sueldos, además de los que soportaba la hacienda de la villa,
gravada por numerosos censos.
Sin embargo, y a pesar de ello, Longares siempre cumplía
bien sus compromisos, y las rentas de sus riquezas naturales permitían
sufragar estos adelantos dinerarios.
Muchos de estos dineros, los ha de abonar Longares para sus contribuciones
a gastos inesperados, como la recepción, en Zaragoza, de la
Infanta de Navarra y reina de Sicilia, doña María, en
1.403, lo que le supuso el abono de mil sueldos, el envío de
diputados de Zaragoza a las Cortes de Maella de 1.404 ( 400 sueldos),
o las operaciones bélicas emprendidas para sitiar Balaguer
(280 sueldos).
LA IGLESIA DE LONGARES
Son muy parcas las noticias eclesiásticas. Por lo pronto, hay
alusiones a obras en la fábrica, especialmente, en la torre
en 1.425. Tiene Longares además de la iglesia de Santa María,
otra capilla dedicada a San Julián, asiento de una cofradía
y también un hospital, al que suelen dejarse en los testamentos
ropas.
Por los mismos, sabemos de las devociones en boga, referidas a la
comarca, como Nuestra Señora de Lagunas, Santa María
de Tobed....
ECOS DE ZARAGOZA
Los documentos longarinos, dentro de su modestia, guardan importantes
datos para la historia de Aragón, ya que en ellos figuran nombres
y actuaciones de cargos importantes de la corte real aragonesa, a
través de vicecancilleres, tesoreros, gobernadores y personalidades
de la nobleza del país, como los vizcondes de Rueda de Jalón,
los Lunas de Villafeliche, los Ximénez de Heredia de Santacroche,
etc.
Así mísmo, quedan muchos recibos de cobros de Zaragoza
a su lugar de Longares y estos los extienden los mayordomos de Zaragoza,
ofreciendo el archivo de Longares una lista muy detallada de los que
detentaron la mayordomía Zaragoza.
Dada la dependencia de Longares, respecto del concejo de Zargoza,
la composición de esta figura, en varios documento, quedando
reflejado los ciudadanos que ejercieron como jurados, tanto en Longares,
como en Zaragoza.
Otros zaragozanos aparecen esporádicamente en los contratos
custodiados en Longares: en nómina, por ejemplo, de mercaderes
y también abundan hombres de la iglesia Zaragoza, como el sacristán
francés de Lasala, entre otros.
LONGARES EN EL S. XVI Los documentos que se conservan en la villa
de Longares, más de tres millares y medio de documentos, la
mayoría en su emisión original, que arrancan de 1.305,
año de la carta de población de esta localidad por el
concejo zaragozano, brindan testimonio preciso de la vida oficial
de Longares, desde dos ángulos de visión muy concretos:
el municipal y el eclesiástico, que a continuación reproducimos.
LONGARES: UN PUEBLO EN MARCHA
La apoyatura física de Longares, es su termino municipal, dedicado,
preferentemente, a la agricultura (viñedo y cereal) y a la
ganaderia. Esta última fuente de riqueza explica las relaciones
con la Casa de Ganaderos de Zaragoza, quién, en 1.598, promueve
una amojonación de pastos para sus asociados por acta notarial.
También en este siglo se colocan mojones entre Longares y
Cariñena y se delimita el término de la Torrubia,
y con Muel, se pacta uso del paso de la Sardosa. Se pactan acuerdos,
en 1.554, con Villanueva de Huerva, para uso de sus respectivos
términos, con sus respectivos derechos y goces, determinándose
las dehesas que debían guardar ambas villas, y se obtienen
derechos a leñar en Ailés, Villanueva y Tosos. En
ese mismo año, se avenían, también, en que
los de Longares no abonasen pontaje a Villanueva, dados sus privilegios
y el fuero de Aragón.
Los documentos son ricos en información sobre el caserío
longarino: “el puente fue arreglado en 1591, sucesivas obras
se llevan a cabo en la muralla de la villa, una de las puertas se
ampliaba en 1.585 con motivo de preparativos para el paso del rey
por Longares...”.
Por la nómina de obras de este siglo, se comprueba la existencia
de una casa de la villa, una fuente en la carrera que va a Zaragoza,
una tejería con arcadas, una fragua, un hospital, un almacén
de la primicia, una cárcel y el peso del almutazaf, además
del otro peso de la harina (cuyo empleado es en 1.596 Domingo Lorbes),
y finalmente un horno enlosado.
En este escenario longarino discurre, junto a la vida normal de sus
hombres de campo y menestrales, el eco de otros aconteceres extraordinarios:
“en febrero de 1585, pasaba por la villa, el rey; en 1.598,
salían de Longares gentes a cumplimentar al monarca a la venta
de María; en los años 90, tan agitados para Aragón,
son frecuentes los acantonamientos de tropa en la villa; el capitán
Insausti con cuatro compañías llegaba en 1.591 y en
1.592, se documenta la estancia del capitán Alonso de Contreras
con una compañía de soldados”.
De tono menor, en el acontecer del siglo, es la colaboración,
en 1.592, de la construcción del castillo de Jaca, así
como otros hechos.
A tenor de los documentos, la villa, en 1.556, no llegaba a 200 las
casas y vecinos, y que desde los veinte años anteriores, había
crecido la población en unos 30 individuos, aproximadamente.
Si atendemos a un reparto de trigo efectuado por la cambra del concejo,
en 1590, había en Longares 146 vecinos; algunos, personas de
condición, como los escuderos Juan de Val y Martín de
Grasa o el infanzón Juan Salvador; pero la población
es, predominantemente, labradora y parte de los longarinos viven de
la ganadería, que cuenta con su dehesa, sus derechos de pastos,
en Jaulín y pardina de Ailés, sus derechos a leñar,
también, en la comunidad de Daroca, cortas en carrascadas,
uso de balsas (como la de Ontinar), roces con la Casa de Ganaderos
de Zaragoza, etc.
Al servicio de estas gentes hay variedad de maestros de oficios: herreros,
fusteros, fontaneros, cerrajeros, carreteros, pelaires, sastres, tejedores,
zapateros, especieros, carniceros y horneros.
LOS GOBERNANTES
Longares sigue gozando de los privilegios primitivos y, en especial,
los concedidos por Pedro IV, en 1357.
Pero para conocer con detalle la organización y funcionamiento
del gobierno de Longares, en 26 de abril de 1581, la ciudad de Zaragoza,
disponía unas ordinaciones de las que quedan copia notarial,
incompleta, en el archivo de Longares. Dado el origen y naturaleza
de la documentación conservada, hay informes muy completos
del concejo, su composición y sus actividades. Las reuniones
las convoca el corrredor público a son de campana, para reunirse
en la casa de la cofradía de Santa María y en algún
caso en la plaza. En ocasiones, hay sesión conjunta del concejo
viejo y el nuevo que le releva. Llevan, los del concejo, sus prendas
oficiales y en ocasión de exequias reales (caso de 1598), se
compra bayeta para hacer 15 lobas de luto, para asistir a las exequias
del monarca en Zaragoza.
No obstante, la autoridad principal del concejo, es el justicia; quedando
constancia de una larga nómina de los que ostentaron el cargo
a lo largo del siglo, así como, de los jurados, clave fundamental
de la actuación municipal, que se renuevan anualmente a la
pareja de jurados. Esta magistratura, por la que pasan lo más
significativo de la población, se sortean entre los insaculados
por el concejo de Zaragoza.
Hay, además, algunos lugartenientes de jurado y para cumplimiento
de órdenes municipales, cuenta la villa con un corredor público,
que a veces desempeña también el oficio de hospitalero.
El justicia y los jurados de Longares juraban el ejercicio de sus
cargos; sus fórmulas, que ya venían de antiguo, han
quedado reflejadas en las ordinaciones hechas en 1554 por micer Carlos
de Santacruz.
Se vela por el acato de los longarinos a sus autoridades; así
en noviembre de 1587, se había desterrado a Pedro Cortés
perpetuamente de la villa y sus términos, por palabras perjudiciales
y escandolas contra un jurado, aunque pasado un tiempo de su destierro,
se le perdonó.
En 1598 los jurados de Zaragoza, que una vez más se declaran
señores temporales de Longares, a petición de las autoridades
de la villa, se procedió a hacer insaculaciones y algunas ordenanzas.
La vida administrativa de Longares implica colaboraciones constantes
de gentes de leyes: abogados prestigiosos de Zaragoza; procuradores
para pleitos; notarios causídicos,etc.
LA HACIENDA DE LONGARES
Cuidan de la administración los mayordomos, cargo municipal
anual, que llevan sus libros contables y presentan, si es caso,
nota de sus alcances. Las rentas de la villa se consignan en un
cabreo (libro de cuentas donde tienen las Iglesias anotados sus
privilegios); hay receptor y tres contadores. Se llevan libros con
los gastos menudos, comúnmente ocupan tres cédulas
anuales, que aprueban los dos jurados consignando al pie sus firmas
autógrafas.
Obtiene, el concejo, ingresos del arriendo de horno, cobro de primicias,
etc., de los que queda algún testimonio en actas notariales.
Abunda la venta de censales por el municipio y para la administración
de los treudos, hay un cojedor, que lleva cuentas y que se le resarcen
los alcances de sus libros. Ingresan en el municipio los dineros de
panes y trigos, para los que están sus administradores. Tiene
además, ingresos el municipio, por penalidades cobradas, también
contabilizadas en libros. Naturalmente también hay pagos colectivos,
como el derecho del maravedí abonado a Zaragoza o las sisas
que se pagan por tercios anuales.
CONEXIONES CON ZARAGOZA
Dada la vinculación de Longares con el puente de Zaragoza,
las relaciones con el concejo de esta ciudad son intensas. Abundan
visitas a Longares por parte de jurados de Zaragoza así como
visitas con frecuencia para ejecutar provisiones en Longares, generalmente
emanadas de la corte del Justicia de Aragón. Za ragoza cuida
de dar vecindad en Longares a quien lo solicita, insacula gentes para
desempeño de los oficios de Longares; el concejo de Zaragoza
ha de autorizar la emisión de censales; se revisa la contabilidad
del concejo longarino, etc.
Son frecuentes las intervenciones jurisdiccionales del concejo de
Zaragoza en la vida de los longarino como por ejemplo, en 4 de agosto
de 1508, los jurados zaragozanos ordenan la ocupación de los
bienes muebles y sitios de los hermanos Domingo y Sebastián
Mateo, apresaron sus personas dándoles por cárcel Longares
y sus términos.
LA PARROQUIAL LONGARINA
De acuerdo a los testimonios procedentes, en su mayoría del
archivo parroquial primitivo, nos vamos a adentrar, desde otra óptica,
a los cien años del siglo XVI longarino en el que hallaremos
importantes noticias sobre la iglesia local y su impacto en la sociedad
local: jubileos, cofradías, festividades religiosas, luminarias;
clérigos y seglares al servicio del culto; vida económica
y su contabilidad; fábrica de la parroquial, ornamentos,
órgano, retablos y relicarios y sobre todo la singular riqueza
y antigüedad de los libros parroquiales.
En orden a la vida espiritual, sobresalen los jubileos ganados por
los longarinos. Cuando Pío V, en 1568, dispone uno conmemorativo
de la defensa de la cristiandad contra los infieles, 510 personas
figuran como lucrándolo en esta villa. No obstante, no es el
único ya que constan otros como el del día de la Magdalena,
en 1556 o el día del Virgen de Septiembre en 1561, etc.
Indice de la vida espiritual de los longarinos es la existencia de
varias cofradías, como la del Santísimo Sacramento de
la que quedan ordinaciones de 1523 dispuestas para todas las parroquias
de la diócesis de Tarazona; la cofradía de San Pedro,
de la que era prior Pedro Baquero en 1585, natural de Longares; la
de Nuestra Señora de la Ascensión y la cofradía
de San Julián, que ejercía labor caritativa y solía
dar de comer a pobres y repartir algunas raciones.
En fiestas señaladas venían a Longares buenos predicadores,
por ejemplo para la Cuaresma de 1587, Salvador Alguacil o para la
de 1591, Antonio Jaime, o para la del 1595, fray Diego de Aguilar
que era prior de San Sebastián de Épila.
Se celebraban procesiones anuales a Santa Catalina, a la Virgen de
las Lagunas, a la Magdalena y a San Cristóbal con los festejos
populares oportunos y ayudas económicas del concejo. Tampoco
era ajeno Longares a la colaboración con la obra de redención
de cautivos, con las oportunas limosnas, generalmente enviadas al
convento de San Lázaro de Zaragoza.
Se montaban luminarias especialmente en honor del Santísimo
y de Nuestra Señora y del que cuidaba de su administración
un longarino (por ejemplo, Miguel Asún). El monumento de Jueves
Santo que exigía a veces adquisición de fusta, lo preparaba
un vecino de Longares (Tomás Lanaja).
Existe una completa nómina de los vicarios que sirvieron la
parroquial longarina; hay clérigos adscritos a capellanías
fundadas por algunos benefactores de la parroquia, entre las que cabe
citar entre otras una fundada en el altar de San Juan Bautista por
Gracia Baquero o la instituida en el altar de San Lorenzo que a fines
de siglo detentaba Jaime Mozota. Entre otros beneficiados de Longares
están documentados Domingo Cortés, Pedro Baquero, Domingo
García y Domingo de Prad.
La sacristía está al cuidado sucesivo de Juan de Belloc,
Lupercio Escolano y al beneficiado ya citado Domingo de Prad.
Desde 1524 consta que la iglesia de Longares cobra los derechos de
fractura de sepulturas sin que ello se entrometa para nada el concejo.
Sus beneficios se empleaban en la fábrica y en los ornamentos
de la Iglesia. En 1596 el arzobispo Alonso de Gregorio mandaba cuidara
de ello al vicario, que daría cuenta anual con asistencia de
representación del concejo para ver en que se destinan las
jocalías y se le facultó, al vicario, para proceder
contra herederos que no cumplan las mandas dejadas por sus deudos
a la iglesia.
Abundan datos sobre los derechos de jocalías, que se perciben
sobre los entierron, que suelen ser de 50 sueldos, con rebajas para
entierros que solo se reciben en el portegado.
En las relaciones financieras de la parroquial con el concejo hay
en este siglo una concordia por la que los clérigos han de
pagadas viñadería así como deberían
pagar al herrero del pueblo los servicios que les hagan a los que
carecen de mulo o mulas de labor.
La iglesia recibió ordinaciones del arzobispo Alonso de Gregorio
en 1583 y cuidaba de la colecta de las bulas de Cruzada, que llevaba
a Zaragoza, y que a veces motivaba alguna visita del comisario de
la Cruzada.
La vicaría de Longares experimentó vicisitudes canónicas:
se trató de suprimirla en 1589 y tuvo dificultades jurídicas,
nada menos que un entredicho en 1553 movitdo por el justicia y jurados
de la villa, además de diferentes pleitos con algunos particulares
.
Para sus cuentas, queda un libro de contabilidad de los años
1575-83 con datos de muy diversos gastos como carne, cereal y vino.
En cuanto a la historia de la parroquia actual en su aspecto arquitectónico
es en este siglo cuando se comienzan sus obras, en 1525, por el ábside
de la capilla mayor; dos años después se había
concluido la nave central hasta la puerta bajo la dirección
de Alonso de Leznes; en 1536 se edificaba la primera capilla entrando
a mano derecha y también una cisterna el fosal; y en el mismo
año se compraba u misal nuevo y unas constituciones; en 1544
se bendecían dos campanas, llamadas de Santa María y
Santa Ana por parte del arzobispo Hernando de Aragón quien
las regaló.
Se ampliaría la iglesia en 1544, añadiendo del lado
del Evangelio una nueva nave, que se terminó en 1566 bajo la
dirección de Juan de Estalla. Los años 50 abundan en
noticias sobre las mejoras de la parroquial longarina que se va a
conseguir la ampliación de dos naves laterales conforme a los
deseos del arzobispo Hernando de Aragón; se adquiere un procesionario
y una peana para lllevar la reliquia de San Blas, en 1550. Las obras
de ampliación supusieron el traslado provisional de algunos
altares que estaban en la nave del Evangelio ( S. Sebastián,
Virgen del Rosario, la Piedad y San Antonio Abad) y hubo que elevar
una nueva columna arrimada al coro a mano izquierda de un nuevo cuarto
que se había fabricado para el oficial.
En 1560 se colocaba una pila baustismal de alabastro, a la vez que
se adquierian un dominical y un santoral para el servicio del altar;
se pintaba y doraba el retablo de la Virgen del Rosario; y al año
siguiente se colocaba retablo del altar mayor, obra de Domingo Tarín,
de Villar de los Navarros; este mazonero también se encargó
de hacer el rejado del coro y unan peana para el Sacramento. Más
tarde en 1587 se procedía a dorar el altar mayor dedicado a
la Asunción de la Virgen María.
La fábrica de la iglesia merecía constantes cuidados.
Tal la torre, su veleta, las campanas que se rajaban y que desmontadas
y pesads se enviaban a nueva fundición. Había además
en la torre un reloj, que necesitó algunas reparaciones, especialmente
de ruedas, en 1598.
Los ornamentos de culto se renovaban en este siglo, se componía
en 1592 una bandera para la iglesia, se fabricaba una dalmática,
algunos ternos ( uno cosido y bordado por el bordador Antonio Bullón
en 1598) y se sabe de otro ornamento morado en el que se incrustaron
en el bordado treinta y nueva onzas de plata en 1598.
Contaba con órgano, al cuidado del sacristán Domingo
Prad (1591); tres años después vino el organista de
Encinacorba, Francisco Molina para desempeñar el oficio y enseñarlo.
El altar mayor el cual disponía de puertas, precisaron nuevos
cantes en 1589.
En los años 80 se cuidó del retablo: el escultor Jerónimo
Laguarda de Daroca invertía en arreglarlo; Silvestre Destarmolín,
pintor, pintaba y doraba el retablo, además de las puertas.
Tenía por entonces la parroquial altares dedicados a San Juan
Bautista, San Bartolomé, San Juan, San Antón, San Sebastián,
San Lorenzo, Santa Ana, Virgen del Rosario, Crucifijo y Santiago,
y otro bajo la advocación del Santísimo Nombre de Jesús.
A fines de siglo consta que se adquirió plata para el relicario
del Santo fray Diego, siendo realizado por el platero de Zaragoza,
Diego Arnal,y que el pintor Silvestre Destarmolín, realizó
un crucifijo.
Para la historia parroquial del siglo XVI son de gran valía
los libros de visitas parroquiales, muy bien conservados y bastante
completos. En fines de marzo de 1520 el visitador fue fray Martín
de Mayo, comisario apostólico de la cruzada. En 1524, visitaba
Diego Diest, vicario general del arzobispado de Zaragoza. En febrero
de 1526 es Miguel Villar manifestando la necesidad de acrecer la iglesia.
En octubre de 1528 es Mateo Caballero el visitador, que actuaba de
vicario del arzobispo Juan de Aragón. Nueva visita de Diego
Diest en noviembre de 1531, en la que se compone la cofradía
de Nuestra Señora y la de San Julián. Vuelve el visitador
Mateo Caballero en junio de 1535, que a la sazón era vicario
del arzobispo Federico de Portugal, siendo muy rica en datos su visita.
En 1554 tendría lugar la visita del arzobispo Hernando de Aragón
quien dispuso continuara la obra de ampliación de la iglesia
para que se concluya en cuatros años. También se disponía
que los herederos de Antón Montañes concluyan la construcción
de un retablo para la capilla de tal difunto.
En 1550 fue visitador el abad del monasterio de Veruela, fray Lope
Marzo, que era vicario general del arzobispado de Zaragoza; disponía
un ensanche de la iglesia, ya que no cabían los fieles. En
1554, el visitador Diego de Espés de Sola insistía en
el ensachamiento de la iglesia, dando plazo para empezar la obra no
superior a un mes; el órgano situado debajo de la iglesia entre
los asientos de los fieles, había que retirarlo para las obras
y se dispuso con este motivo que se instalara arriba, en el coro.
Antonio García, obispo de Utica fue visitador en julio de 1565
quien con el padrinazgo del vicario de Longares, Juan Lezcano confirmó
a 266 personas en Logares. En septiembre de 1574, Antonio García,
visitador, dispone se enrajolen las sepulturas pasados los ocho días
del enterramiento y esto a costa de los herederos del difunto. Y en
mayo de 1583, Andrés Santos, arzobispo de Zaragoza dispone
la supresi´çon de las procesiones de San Cristóbal
de Aguarón y de Santa Catalina de Mozota pues están
lejos de Longares y dan ocasión a escándalos. En abril
de 1586 el visitador Pascual de Mandura dispone el retejo y refuerzo
de paredes de la ermita de San Julián y retejar el tejado de
la parroquial; en esta época que se iba en procesión
desde Longares a la iglesia de la Magdalena de Mezalocha. |
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